Hoy Felipe está intratable: sacó ropa del placard y de dos cajones –rasguños en las telas, de por medio-, se las agarró con una canasta de mimbre y quitó la mitad de la tierra contenida en una maceta. Como era de esperar, colapsé y lo puse en penitencia (que consiste en dejarlo encerrado en nuestro cuarto). Pancha, que no entiende cómo está castigado Felipe y no ella, lo espera, paciente, del otro lado de la puerta.
1 comentario:
iba a darte una bofetada de realidad. pero para qué? te adoro! y que tus gatos coman perdices.
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